Vivir en un cibercafé

martes

Que Japón es un país donde todo funciona diferente lo sabemos todos, pero no veo porqué esta lamentable necesidad de la que os voy a hablar ahora no pueda acabar exportándose a otros países mas occidentales. El ritmo de vida, la competitividad laboral, la consecuente soledad y los elevados precios de los inmuebles han hecho que muchas personas se replanteen su modo de vida y su filosofía de vivienda. La estadística confirma que hasta 2007 mas de 5000 personas estaban viviendo fuera de casa, pero no en la calle, si no en pequeños cubículos acompañados por una pantalla de ordenador, mandos de videoconsola, bolsitas de Ruffles y millones de bebidas energéticas. Ellos los llaman hogar, nosotros los llamamos cibercafés…

En Japón, este tipo de situaciones en las que alguien elige un cibercafé para vivir son cada vez mas comunes, y no siempre se tratan de individuos que desean saciar su adicción a los videojuegos. Los perfiles de las personas que eligen vivir en un habitáculo de este tipo son de diferentes tipos, desde empleados temporales de posición social media-baja hasta empresarios, y como no, algunos empleados del propio establecimiento. Los motivos suelen ser diferentes, algunos sueldos no cubren los costes de mantener una casa o un apartamento propio, otros alegan la falta de tiempo y la coherencia (si tu trabajo no te deja tiempo para estar en casa, ¿por qué comprar una?) y otros simplemente lo hacen por necesidad. Se trata, simplemente, de un hecho mas que refleja la actualidad de la sociedad nipona.

Lo que está claro es que estos establecimientos han sabido adaptarse a la realidad social de gran parte de la población japonesa y han extendido su negocio. La mayoría de estos establecimientos disponen ya de todo tipo de comodidades como las que podríamos encontrar en un hogar corriente. Por lo que un usuario paga las horas correspondientes a Internet, le da derecho a usar un cubículo privado y el baño, con duchas incluidas y servicios de lavandería. Por 1900 yenes al día (unos 19 dólares) un usuario tiene derecho a pasar un día entero en su habitáculo, lo cual es un buen precio se mire por donde se mire. El coste en todos los casos es menor que teniendo una vivienda propia, alquilándola o viviendo en un motel. Según el ministerio de salud del país, en 2007 casi 70.000 personas pasaron al menos una noche en un establecimiento de este tipo y alrededor de 5400 personas vivían en ellos a tiempo completo.
Esta tendencia empezó a surgir a principios de los años 90 pero en la última década el efecto ha sufrido un repunte importante. El fenómeno es parte de la crisis que afecta a los trabajadores de Japón y que ha provocado cambios en las condiciones laborales y la precariedad en los contratos de los trabajadores. Ahora mismo, por ejemplo, es legal tener un contrato indefinido pero solo a mitad de jornada. Muchas empresas es lo único que ofrecen porque, además, le pagan al empleado contratado menos de la mitad de lo que le pagarían a un empleado a tiempo completo. Estas condiciones llevan a gran parte de la población directamente a la pobreza.

"La gente sin empleo quiere obtener trabajos, sin importar si son a tiempo completo o no.
Los trabajos temporales no tienen estabilidad o perspectivas a futuro, entonces quieren un trabajo a tiempo completo. Pero cuando tienen un trabajo a tiempo completo, lo que les espera son largas horas y mucho estrés. No importa que decidan, porque no hay salida".
- Shiho Fukada en Motherboard -


Sisho Fukada es una fotoperiodista que, por su nombre, imagino que ya habréis intuido que es japonesa. Generalmente trabaja para publicaciones como “New York Times” o “Le monde”. En el año 2010 ganó un Alicia Patterson (un premio periodístico) por su crítica a la filosofía laboral de Japón y su trabajo fotográfico del país. Bajo estas líneas nos deja tres testimonios de tres personas que han pasado por esa situación. También rodó un corto/documental que os planto aquí mismo.



Cuenta que encontrar a personas dispuestas a reconocer su situación y dejarse fotografiar no fue fácil. En el año 2009, la periodista comenzó a rondar estos establecimientos en plena calle, acercándose a las personas que veía llegar a estos sitios con sus maletas en la mano. Nadie quería hablar. Dice que las personas que viven en los cafés de Internet no están orgullosos de ello y prefieren mantener sus condiciones de vida en secreto. Es un poco como los casos “Hikikomori”, donde los padres no hacen público, e incluso consienten el problema de su hijo, por miedo a la imagen que puedan dar a la sociedad. Reconoce también que los cafés comparten esa discreción y que solo un café de todos a los que se acercó le permitió el acceso. Akihiro Sato, el propietario de ese cafe, cree que su negocio está ayudando a los que de otro modo estarían sin hogar.

Algunos testimonios de personas que aparecen en el documental y se encuentran en esa situación.

Tadayuki Sakai

Tiene 43 años y trabajó en una compañía de tarjetas de crédito como asalariado durante 20 años. Cuenta que llegaba a meter entre 120 y 200 horas extras al mes y como no tenía tiempo de ir a casa, se veía forzado a dormir siestas en la oficina para poder continuar trabajando. Sus compañeros y su jefe le presionaban, además, por ser demasiado débil. Después de ser diagnosticado con depresión, dejó su trabajo y se mudo a una cibercafetería antes de la graduación universitaria de su hija. Dice que lo hizo porque prefiere sufrir en privado y en silencio. Actualmente trabaja como operador de teléfono y otras labores informáticas en la compañía de un amigo. Después de 16 meses viviendo en una habitación de 1,2m por 2,4m dice que se siente crónicamente fatigado. “Vivir en un café era como una broma al principio” -dice- ”Ahora se ha convertido en una realidad desalentadora”. Tiene la esperanza de pasar a algo mas grande con un amigo en cuanto le sea posible.

LISA

Lisa no quiso dar su apellido, pero si su edad, 18 años. Su familia vivía en Fukushima, pero no pudo permitirse una vivienda en otro lugar después de que todos perdieran sus puestos de trabajo tras el terremoto del 2011. La primera que llegó a Tokio fue su madre, y Lisa la siguió. Han vivido en Bungalows de camping durante 16 meses hasta que optaron por esta solución. Lisa era cajera en una tienda cuando estaba en Fukushima, cobraba 650 yenes por hora (aprox. 6 dólares). Hoy busca trabajo del mismo estilo en tiendas de corte similar, pero hasta ahora lo único que ha conseguido es hacer hasta 15 entrevistas de trabajo, ningún resultado. Su madre es empleada de oficina. Todos los días Lisa la acompaña a su trabajo a las 9 de la mañana. Luego se va a una entrevista de trabajo, si tiene una, y si no vuelve al café a intentar sacarse online el título de la escuela secundaria. El café se encuentra cerca del “distrito rojo” y tiene miedo de los viejos verdes que le hacen proposiciones. “Me siento deprimida y duermo mucho", dice.

FUMIYA

Fumiya tiene 27 años y ha vivido en un café durante 22 meses. Buscó un apartamento antes, pero no fue capaz de encontrar uno que pudiera permitirse. Su idea inicial era pasar solo las noches, así que comenzó alquilando las cabinas durante 12 horas, solo para dormir. Pronto se dio cuenta de que podía vivir allí así que eligió paquetes a largo plazo, como un paquete mensual. Es mas barato que un apartamento porque no tienes que pagar los servicios públicos. Fumiya trabaja como guardia de seguridad en una obra de construcción y cree que va a tener trabajo asegurado durante un tiempo. Le hacen falta 1 millón de yenes para la entrada de un piso en Tokio (10 mil dólares). Cree que podría reunir esa cantidad en un plazo de entre 2 y 5 años, pero está teniendo problemas para ahorrar. Gasta mucho dinero en alcohol y en alimentos, que no puede preparar en la cafetería.


FUENTE ORIGINAL: BLOOMBERG

1 comentario:

  1. Tremendo todo esto. No sabía nada, la verdad. Muy triste y al mismo tiempo muy de allí. Aquí no creo que eso cunda, más que nada porque la propia existencia de cibercafés cada vez roza más la extinción. Y en España, donde se lleva más dormir en cajeros de bancos o debajo de los puentes (literal)... no sé si aquí estarían mejor... al menos tienen un techo.

    La verdad es que no sé qué tipo de, digamos, "entorno" legal se da por Japón. Quiero decir que no sé si aquello es un estado de derecho similar al nuestro o cómo funciona el tema allí de la vivienda (ayudas, paro, subvenciones, etc...). Son tan diferentes a nosotros culturalmente que me sorprendería cualquier cosa en este sentido.

    En todo caso es un problema social que, digamos, nos abre un poquito los ojos a algunos sobre cómo funciona aquel país, y que no es todo de color de rosa. Un post muy interesante y que nos da un toque de atención sobre que no todo lo que se hace por allí es de ejemplo a seguir.

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