En Yharnam, esa especie de lugar inglés victoriano diseñado
por Tim Burton y Mario Vaquerizo, una indefensa damisela deambula por las calles muriendo una y otra vez de las maneras mas violentas posibles. Huestes de
enemigos y otro tipo de enseres con muy malas pulgas han tomado las calles y
han obligado a la gente a encerrarse en sus casas. La oscuridad se cierne sobre
Yharnam y la noche se vuelve eterna. Solo un cazador de monstruos conseguirá
salvar a esa damisela y devolver la paz al lugar. El problema es que esa
damisela y ese cazador son la misma persona…
Durante las primeras horas, con un personaje básico, nos
daremos cuenta de que algo diferencia este BloodBorne de los anteriores juegos
de From Software. Aquí el combate se ha agilizado, haciéndolo todo mucho mas
directo y dinámico que en los “Souls”. Todo queda enfocado hacia el combate,
así que se ha potenciado los movimientos de esquive y los contragolpes en
perjuicio de otros sistemas para cubrirse, como los escudos. Así como en la
saga Souls el escudo era un componente clave, aquí su aparición es poco menos
que secundaria. Si que aparece como utensilio para protegerse pero no
recordamos si quiera haberle sacado demasiado partido. En su defecto, en vez de
llevar un escudo en nuestra mano izquierda (equipamos armas por manos), lo
normal es llevar una pistola o un trabuco. Lo curioso de este asunto es que
estas armas de fuego tampoco valen para acabar con enemigos (es relativamente
difícil acabar con un enemigo a balazos) y se utilizan mas como escudo, pero
sin llegar a serlo. La idea es utilizar el arma en momentos clave, como cuando
el enemigo va a atacar, para desconcertarlo y luego poder utilizar un ataque
que le haga mas daño. Además, si recibimos un golpe tenemos un pequeño margen
de tiempo en el que si golpeamos al enemigo recuperaremos gran parte de esa
vida. A veces incluso la estrategia es dejarse golpear para hacer un
contragolpe mas fuerte, acabando con el enemigo y recuperando de paso la vida
quitada.
En cualquier caso, este hack n’ slash es un mata mata
sencillo. Solo hay una manera de acabar con los enemigos y es golpeándoles con
el arma que llevemos en ese momento. No hay mas posibilidades de acción
brindadas por los escenarios mas allá de ir por aquí o por allá. En este
sentido puede que la mecánica de juego pueda hacerse repetitiva a lo largo de
la gran cantidad de horas que tiene el modo campaña. A su favor, hay que decir
que el componente estratega se basa en conocer los escenarios y preveer el
comportamiento de cada enemigo para afrontar cada situación, como si fuésemos
realmente ese cazador que tanto se empeñan en hacernos creer que somos. A este
tenor, cada vez que lleguemos a un escenario desconocido, sin saber donde se
encuentran los peligros o por donde nos van a salir los enemigos, lo pasaremos
francamente mal.
El propósito principal dentro del juego será acabar con los
grandes jefes finales, que se encuentran repartidos por el mapa y a los que
podremos acceder aleatoriamente siempre que hayamos desbloqueado esa zona. No
hay un orden establecido. No hay ningún indicador ni nada que nos indique el objetivo
o la zona a la que tenemos que dirigirnos. En realidad, empezaremos en una
parte de Yharnam dentro de un mapa libre pero no abierto. Esto significa que
podemos movernos hacia donde queramos pero la mayor parte del mapa tendremos
que ir descubriéndola paulatinamente y abriendo puertas, o acabando con jefes
finales, que nos permitan acceso a nuevas zonas. Cuando morimos y cargamos el
punto de control (unos farolillos), todos los enemigos se regeneran otra vez,
así que esto es muy importante para el juego. Si abrimos atajos, ahorraremos
considerable tiempo cuando nos maten y tengamos que llegar de nuevo hasta la
zona donde nos habían matado, lo cual os aseguro que ocurre constantemente.
En cuanto a su dificultad, From Software se mueve con estos
juegos en un peligroso terreno, en el que la dificultad se convierte en
frustración pero esa frustración se convierte a su vez en desafío. No existen
niveles de dificultad para elegir. Y Bloodborne tiene un nivel extremadamente
alto, al que solo se puede hacer frente controlando muy bien los tiempos de
combate para actuar adecuadamente en el momento oportuno. En cualquier caso no
es problema hacer un juego difícil, aunque una extremada dificultad puede hacer
de un gran juego un juego completamente infumable. En este caso, dado el
estrecho margen en el que se mueve, el resultado es variable dependiendo del
día que tengamos. Unos días Bloodborne resulta muy satisfactorio y otros nos
darán ganas de lanzar el mando contra el suelo, apoyar los codos contra las
rodillas y llevarnos las manos a la cara, jurando en hebreo y prometiéndonos a
nosotros mismos que “se acabo”, para luego, acabar volviéndolo a intentar.
BloodBorne es un poco así. Un simple farmeo puede dejarnos
peor incluso de cómo hemos empezado. Hace de la frustración gran parte de su
atractivo. Podemos caer sin querer en un foso con dos ratas (lo mas bajo dentro
del escalafón de enemigos) y en medio segundo nos han pegado una sacudida que
ha acabado con toda nuestra barra de vida. “Estas Muerto”, otra vez… Bloodborne
te mira y te guiña un ojo, para luego acabar riéndose de ti mientras te señala con el
dedo, así que los masocoreistas pueden dar rienda suelta a sus aficiones con
este juego.
Del lado técnico, Bloodborne empieza con un pie en la
generación pasada. Los primeros instantes no parecen demasiado alentadores dado
que no impacta visualmente en ningún sentido. Además, todo parece estar
impregnado por una especie de vaselina que hace que todo brille exageradamente.
Finalmente resulta no ser vaselina, si no sangre que va impregnando el
escenario y al personaje según va acabando con enemigos. Cuando conseguimos el
primer traje y abrimos un poco del mapa de Yharnam la cosa cambia. La producción
artística acaba resolviendo sus carencias técnicas de manera mas que solvente.
El diseño de los escenarios es absolutamente genial así como los enemigos, que
son muy variados y espectaculares. Algunos enemigos dan especialmente grima. En
los jefes finales se habrá echado el resto, ya que son los mas imponentes del
juego gracias a su tamaño y a unos combates que, de tan dinámicos, acaban
siendo bastante espectaculares. En todos los casos, ese lado oscuro del juego
se notará en todos los diseños desde el primer hombre lobo hasta el enemigo
final.
Veo a medias esa maravilla prácticamente unánime de la que
todo el mundo habla. Bloodborne es un grandísimo juego. Es desafiante,
engancha, sumerge, y tiene una gran cantidad de horas por delante. Además, podemos
jugarlo en cooperativo e incluso invadir otras partidas para quitar elementos a
otros jugadores, como en Watch Dogs, pero sin Smartphone… En su contra he de
decir que es excesivamente conceptual. Su universo resulta muy básico. No hay
historia, no sabemos de donde venimos ni a donde vamos. Podremos ver todas las
cinemáticas del juego concentradas en el tráiler de dos minutos, porque no hay
mas. Ni siquiera habrá un tutorial que nos explique como se juega o para que
sirve esto o lo otro. Durante las primeras horas es fácil sentirse perdido.
Sin embargo, no quiero dejar la sensación de que me niego a
reconocerle como uno de los grandes en lo que llevamos de generación.
Bloodborne es imprescindible, satisfactorio, vacilón y desafiante, y a la vez
todo lo contrario. Es un reto continuo, pero además de como juego también como
desafío personal. Los esbirros de Yharnam están bastante bien pero los enemigos
finales son absolutamente memorables, casi una lección de cómo deberían ser los
final bosses en los juegos. Los recordaremos todos, como si fuese un digno
heredero de Shadow of the Colossus, pero sin limitarse solo a ellos, añadiendo
además enemigos de menor calaña. No es perfecto, pero es el ejemplo claro de
cómo las imperfecciones son muy relativas dependiendo del título y de la
desarrolladora. Seguro que, si se hubiese llamado Assasin’s Creed o
Battlefield, esa calificación de juego maravilloso no sería tan unánime…
"Bloodborne te mira y te guiña un ojo, para luego acabar riéndose de ti mientras te señala con el dedo, así que los masocoreistas pueden dar rienda suelta a sus aficiones con este juego."
ResponderEliminarMe partoooo xDDD
Leyendo este magnífico análisis sólo has conseguido encoger mi tierno corazón cuando escrito las palabras mágicas: Shadow of the Colossus.
Lo cierto es que le juego parece muy interesante. A nivel personal me hubiera gustado echarle el guante hace 5 ó 10 años. De un tiempo a esta parte estoy muy perro con los videojuegos y el poco tiempo que les dedico como que no me apetece mucho comerme demasiado el tarro y andar por ahí dando vueltas. Ya tuve que hacer un esfuerzo muy grande con el GTA V y centrarme en el modo historia para que no se me alargara demasiado y me terminara aburriendo.
Cosas de la edad, supongo.
Un saludo.